miércoles, 22 de noviembre de 2006

Atrévete conmigo

Vanesa Pérez Sauquillo (Madrid, 1978).
Por Miguel Grau

Obra poética publicada:
Estrellas por la alfombra, IV Premio de Poesía Joven "Antonio Carvajal" (Madrid, Hiperión, 2001)
Vocación de rabia, accésit del Premio de Poesía "Federico García Lorca" (Granada, Universidad de Granada, 2002)
Bajo la lluvia equivocada (Madrid, Hiperión, 2006), IX Premio de Arte Joven de la Comunidad de Madrid.
Antologías que incluyen su obra:
Veinticinco poetas españoles jóvenes (Madrid, Hiperión, 2003)
Todo es poesía menos la poesía (Madrid, Eneida, 2004)
Los Jueves Poéticos en La Casa del Libro (Madrid, Hiperión, 2006)
Que la fuerza te acompañe (Almería, El Gaviero Ediciones, 2005).
Como traductora ha publicado la antología de Dylan Thomas Muertes y entradas [1934-1953] en colaboración con Niall Binns (Madrid, Huerga y Fierro, Signos, 2003).



Estos son algunos de sus textos:
Atrévete conmigo.
Soy joven.
Tengo mucho deseo que perder.
la maldición de predecirte
y acertar
con el daño
en mi cuerpo.
y fue cuando pusiste
definitivamente
mi mano en tu silencio.
Pero no me asusté.
Y arañé.
Y hallé tacto.
Te vas.
Ahora que estoy
con los dedos en flor.
dime,
si me frotabas
hasta romperme en hebras,
por qué nunca pasaste los dedos
a través.
Por qué no me agarraste.
te espero
donde siempre
cuando nunca
sólo el aire conoce
dónde duermo.
Me voy haciendo espacio
en la concha de nácar
de mi frío.
me equivoqué a tus pies.
Pensé que eran raíces
lo que siempre fue sombra.
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“...este inútil
Trabajo de quererte
Que tú no necesitas”
LUIS CERNUDA
hay días en los que no te entiendo en absoluto.
Hoy por ejemplo, aunque en realidad
fue hace más de un año
y simplemente pareciera hoy,
te levantas con ganas de limpiar los balcones.
Arrastras el periódico mojado
sobre el crital.
No dices nada.
No sé si contemplarte,
abstraído en tus gestos metódicos,
me paraliza
o me lleva debajo de tu mano
a donde no sé adónde
no sé si es bueno o como siempre
ni por qué da dolor la observación.
Quiero pensar en las palabras.
En lo que había detrás de las palabras
con las que crees que limpias
la luz
de arena polvo lluvia
y que caen con la luz sobre el café
de una mañana, la última
no, siempre la penúltima,
penúltima contigo.
Y la lluvia y la arena
y el polvo que recoges,
preocupado
como el que limpia sangre de una herida,
parece que contienen,
inofensivo ahora, acorralado,
dormido en la basura,
aquello que tampoco me dijiste anoche
y que no debí nunca imaginar.
Y es que también hay noches
en la que no me entiendo en absoluto.
Anoche, por ejemplo.
desde entonces, el día en que descubrí
el secreto de los vasos canopes
y fui vaso canope para ti,
y carne de gata disparada contra mujeres
con las que tú duermes y yo sueño
(amor, me confieso una rabia
de XIX dinastía: He masticado pelos
yo que fui flor de loto), dirás,
mucho a llovido desde entonces,
pájaro de tormenta.
Y sin embargo no hay cobijo interior
estoy mojada todavía
de aquel tiempo de furia extraordinaria,
de amor imperdonable,
bajo la lluvia equivocada.





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