domingo, 17 de diciembre de 2006

MARINA.Carlos Ruiz Zafón


Carlos Ruiz Zafón. (Barcelona, 1964).
Marina
. Barcelona, Edebé, 2003.
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“La naturaleza es el demonio”. Esta frase resume el germen y motor de Marina. Sin recursos a la trascendencia, los monstruos no son más que el resultado de caprichosas combinaciones genéticas. Fisiología sin metafísica.
Parte de la espectacularidad de la novela –que arranca a fines de los 70 pero para adentrarse pronto cuatro décadas atrás- resulta de su puesta en escena en una Barcelona donde “algunos palacios y edificios parecían más antiguos que la propia ciudad”. Y dentro de ella: un invernadero abandonado que habitan unos autómatas desvencijados que fueron antes pasatiempo y objeto de experimentación, el cementerio antiguo de Sarrià que existe a días y el decadente palacete del paseo de la Bonanova donde Óscar Drai, el protagonista, roba un reloj de bolsillo que le engulle su presente para sumergirlo en una historia desempolvada que muestra con una nitidez inédita la galería de un pintor que escribe con la luz sus cuadros.
Cocktail bizarro, fórmula arriesgada de un mural truculento, tenebrista, en claroscuro, salpicado de rojo gore, con los preceptos del goticismo más ortodoxo, las tramas melodramáticas del folletín de finales del XIX, pero también de las grandes novelas de la época, el exotismo no en el paisaje –si acaso el misterio- sino en las extravagantes, excéntricas y excepcionales personalidades, personajes con mayúsculas son Quim Salvat y Mikhaïl Kolvenik.
Una lectura que es toda una experiencia de inmersión en océanos tan cambiantes de temperatura que a ratos producen escalofríos.
Rosario Raro.

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